En los procesos educativos, es fundamental comprender estas cuatro nociones para identificar en qué punto se encuentra una institución o comunidad respecto a la atención a la diversidad:
Exclusión
Se refiere a la situación en la que ciertos grupos o individuos son marginados y no tienen acceso a servicios, recursos o derechos fundamentales como la educación. Estos grupos, como personas con discapacidad, minorías étnicas, religiosas o raciales, enfrentan condiciones desiguales frente a otros que ocupan posiciones privilegiadas.
En el aula, la exclusión puede manifestarse cuando un estudiante no participa de las actividades por falta de apoyos, recursos o una actitud abierta del docente.
Segregación
Ocurre cuando se permite el acceso, pero de forma separada. Es decir, se crean espacios distintos para ciertos grupos bajo el argumento de que "es lo mejor para ellos". Por ejemplo, ubicar a todos los estudiantes con discapacidad en un salón aparte, sin interacción con sus pares, es una práctica segregadora.
Integración
Implica incorporar a las personas excluidas o segregadas al sistema general, pero sin realizar los cambios necesarios en las estructuras o metodologías. Se espera que la persona se adapte al sistema. En educación, un estudiante con discapacidad puede estar en el aula regular, pero sin recibir apoyos ni ajustes razonables.
Inclusión
Es el modelo más avanzado y deseado. La inclusión supone que el sistema educativo debe transformarse para acoger a todas las personas, adaptándose a sus necesidades y eliminando barreras. No se trata de integrar al estudiante en un sistema rígido, sino de flexibilizar el sistema para que todos participen y aprendan en igualdad de condiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario